20/08/2013: Albania y Montenegro

Aproveché que me había levantado temprano para poner mi ropa en la lavadora. Tras sacarla usé una bolsa de tela de lavandería (Cortesía del Sheraton de El Cairo) y colqué mis prendas dobladas en dentro y la puse sobre el topcase con una red. El invento funcionó bien porque por la noche toda la ropa estaba prácticamete seca y no demasiado arrugada.

Dejé Pristina a eso de las 9 de la manana y puse rumbo a Montenegro. Durante el camino, en un par de ocasiones vi una senal que indicaba â€oDoganaâ€?, me sonaba de algo pero no recordaba de qué, pronto caí cuando vi que la Dogana era la aduana. Entraba de nuevo en Albania.

De la vez anterior me había sobrado el equivalente a unos 20€ en moneda albanesa que no había podido cambiar, así que pensé â€oGenial, así los gastoâ€?. Paré a repostar y pregunté al hombre de la gasolinera si debía tomar una autovía bastante moderna que vi o la carretera. Me indicó que tomara la carretera, y tonto de mi le hice caso… Resultó ser una carretera alucinante, con unas curvas de infarto, ausentes de quitamiedos y sin nada de tráfico, me lo pasé francamente bien pero eso fue los primeros 90km. Luego me di cuenta de que de las tres rutas que podía haber tomado para ir de Kosovo a Montenegro esa era la más larga y lenta de todas.

Como digo, primeramente me divertí de lo lindo, en 2Âa y 3Âa todo el rato, oyendo la moto roncar en las subidas y petardear en las cuestas abajo, pero ya estaba metido de tal manera que era inviable dar la vuelta y sólo me quedaba seguir… Como en toda Albania, viajaba sin mapas y veía que yo iba haciendo km y km y la distancia en línea recta con mi destino era la misma. Si miráis el track entenderéis por qué…

Atravesé no sé cuantas montanas, se me hizo interminable, estaba tan obsesionado con terminar el camino que sólo paré a beber en un par de ocasiones, me dolía el culo, no había ni comido ni desayunado y no tenía ni hambre, sólo pensaba en salir de ahí. Afortunadamente en el norte del país las carreteras no están tan hechas polvo como en el sur, y quitando un tubo del agua empotrado en el asfalto del que no habían cubierto la zanja que me acompanó durante km, no había color con lo que había visto yendo a Tirana dos días antes.

Cuando ya me quedaban sólo 60km hasta la frontera el paisaje cambió, de una zona montanosa llena de helechos pasé a una zona bastante más llana con un gran lago, más calor y muchísimas menos curvas. A 15km de la frontera con Montenegro vi un rebano de ovejas cruzando la carretera, aflojé todo lo que pude y me confié puesto que todas habían cruzado. Pero la última de ellas decidió cambiar de sentido y volver de nuevo al asfalto, con tan mala suerte de que irremediablemente la atropellé. Temí irme al suelo pero por suerte el ABS actuó y cuando la pillé prácticamente estaba parado, la oveja se llevó un golpe en el muslo y yo me libré de irme al suelo, cosa que ya era bastante dada la pina que me podría haber pegado…

Tras el susto continué y a los escasos 15 minutos estaba en la frontera con Montenegro. Nuevamente tuve problemas por la maldita carta verde que no era verde. Me tocó contratar un seguro que por suerte costó 10€ y pasé sin más problemas que unas rachas huracanadas que se levantaron de pronto y que se llevaban todo el polvo y las hojas que había en el suelo. Bastante incómodo por tener que llevar la visera cerrada con el calor y por ir de lado debido al viento, tomé rumbo a Kotor saltándome Podgorica, la capital, puesto que consideré que no tenía nada que valiera la pena ver. En Kotor tenía reserva en Skaljari en una pensión.

Cuando me quedaban 10km en linea recta a Kotor empezó una de las carreteras más alucinantes que he hecho en mi vida. Una sucesión de más de 30 horquillas de 180Âo con unas vistas de quitar el hipo. Visto desde arriba, Kotor me recordó a uno de tantos fiordos noruegos donde hasta los barcos de crucero entran en esa enorme lengua de mar que se mete en el valle. Aunque la carretera era increíble (Me río yo del Stelvio!) me la tomé con calma puesto que en la mayoría de las curvas no había ni vallas ni muro y además paré en diversas ocasiones a hacer fotos.

Tras bajar las innumerables curvas llegué a un túnel de más de 1.5km asquerosamente lleno de humo y al salir me encontré en Skaljari. Me costó encontrar la maldita pensión ya que no hay nombres de calle sino sencillamente números de casa… La pensión consistía en una casa antigua en la que su duena, bastante mayor y con un inglés más que aceptable, había convertido cada habitación en casa de huéspedes, o como le llaman ahí â€oSobaâ€? o â€oSobeâ€?. Me vino de perlas porque además había cocina, así que me iba a ahorrar algo de dinero yendo a comprar al supermercado y pudiendo cocinar.

Tras dejar la moto en la puerta y quitarle las maletas, bajé a pie hasta Kotor, visité de noche la ciudad antigua (Steri Grad) y el puerto.

Montenegro no tiene nada que ver con Albania, aquí se ven coches de todo tipo, y aunque quedan algunos â€oYugoâ€? con más anos que el sol, hay coches modernos y motos grandes, la gente usa el casco… Aunque curiosamente sólo es obligatorio para el piloto, no para el pasajero, y en ocasiones ves al padre, al nino y la madre en la misma moto.

Frente a la puerta del Stari Grad pude ver muchas motos trail, casi todas italianas, cosa comprensible ya que les queda bastante cerca. Aunque la ciudad me encanta, reconozco que ver tanto â€oeuropeoâ€? me supone un handicap.

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