22/08/2013: Dubrovnik y Bosnia y Herzegovina

Me levanté a las 8, parece una costumbre, sin despertador ni nada… Me duché. recogí los bártulos de la habitación, desayuné y los cargué en la moto. A las 9 en punto estaba saliendo por la puerta. Mi destino, el cercano Dubrovnik (Croacia).

A los pocos km de salir de Kotor, el GPS me ordena girar a la izquierda y por un momento creo que se ha equivocado pues me manda directamente al agua. No se había equivocado, debía tomar un pequeno ferry que actúa a modo de puente para atravesar el fiordo. Cuando llegué se estaba yendo uno y ya llegaba otro. Pagué los 2€ que costaba y embarqué. Apenas tuve tiempo a quitarme el casco, los guantes y hacer un par de fotos desde el agua cuando tuve que volver a vestirme porque ya llegábamos. Y es que por 2€ no se podía pedir más jejejeje

Proseguí la carretera y a al cabo de unos 20km llegué a la frontera con Croacia. Había mucha cola, me salté bastante parte metiéndome por el carril contrario (Tras conducir por Albania ya nada me asusta) y cuando no tuve más remedio me incorporé a la cola, que pese a haber 4 carriles habilitados, iba lentísima. Mientras estaba en la cola y habiéndome desprendido del casco, la chaqueta y los guantes, abrieron dos carriles más, pero no pareció servir de mucho… Tras aproximadamente una hora de cola, me tocó el turno y no tardé ni 30 segundos en pasar.

Tengo la sensación de que la cola se debía a la tensión que aún 20 anos más tarde hay entre los antiguos miembros de la ex-Yugoslavia. Vi a los policías croatas regodearse por estar haciendo sacar todo el equipaje a un coche serbio, por ejemplo.

Tras beberme del tirón una botella de agua que congelé en la pensión y volver a ponme los votos, continué hacia Dubrovnik por una carretera muy divertida, llena de curvas y cuestas. En una de las curvas cuando faltaban 5 o 6km tuve que parar a hacer unas fotos ya que la panorámica del Steri Grad de Dubrovnik era increíble.

Llegué a Dubrovnik y me dirigí a la ciudad vieja, conocida por sus murallas, patrimonio de la Unesco, que fueron bombardeadas en la guerra, y famosas también por aparecer en â€oJuego de Tronosâ€? como la ciudad de â€oDesembarco del reyâ€?. Tras apanármelas para dejar la moto en un hueco que encontré, me adentré en la ciudad amurallada y bajé una callejuela estrecha y con tropecientos escalones. Pronto llegué al puerto donde disfruté con las vistas de las murallas, la ciudad y el agua, sorprendentemente transparente incluso en el puerto.

Paseé alrededor de hora y media por las callejuelas y murallas, achicharrado, ya que la temperatura superaba los 30ÂoC y además había muchísimo bochorno debido a la humedad.

Tras el paseo y las fotos pertinentes regresé al lugar donde había aparcado la moto junto a la muralla y monté rumbo a uno de los múltiples pasos fronterizos con Bosnia y Herzegovina.

Llegué a eso de los 15 o 20km y de nuevo el policía de turno no aceptó mi â€oCarta grisâ€? como válida, así que de nuevo tocó apoquinar 40€ por un seguro bosnio. Lo cierto es que me quejo pero me está bien empleado por no reclamar a mi aseguradora que me enviaran la original…

Tras los trámites, entré en Bosnia y pude contemplar el Dubrovnik desde el interior. La carretera subía y las vistas eran increíbles. Me chocó que no había literalmente nada por la carretera, ni casas, ni puestecitos de bebidas como en Albania, nada… Mi primera impresión de Bosnia y Herzegovina fue que era mucho más rural que los demás países, y ni siquiera se veía gente alrededor de las carreteras, sencillamente no había nada hasta llegar a las poblaciones.

Mi primera parada en Bosnia fue para repostar, había evitado hacerlo en Montenegro, donde los precios eran casi iguales a los espanoles, y tampoco en Croacia, donde eran superiores.

En Madrid me fue imposible cambiar marcos convertibles (La moneda bosnia), pero el policía del puesto fronterizo me tranquilizó diciéndome que aceptaban euros en prácticamente todos los sitios. Y así fue, porque reposté y pagué en euros sin ningún problema.

El hombre de la gasolinera me preguntó de dónde era y acto seguido me preguntó extranado por qué llevaba la moto sucia de barro. Mi respuesta: â€oAlbaniaâ€?.

Continué por una carretera bastante aceptable hasta Treblinje, que visité brevemente.

Tras partir, puse rumbo a Kravica, donde me habían recomendado visitar la versión bosnia de Plitvice Jezera croata. Cuando llegué encontré un gran parking de pago y curiosamente el encargado me indicó que tirara hacia abajo, me abrió una cadena y sin pensármelo dos veces bajé hasta casi el agua.

En la bajada había divisado una preciosa cascada enorme y gente banándose. Aparqué la moto prácticamente donde terminaba el camino y bajé para encontrarme con unas increíbles cascadas y piscinas naturales donde la gente disfrutaba plácidamente del agua. La verdad es que pese a estar bastante concurrido no estaba masificado. Por desgracia para mi no pude banarme, y es que aunque llevaba el banador también llevaba la bolsa sobredepósito con mi documentación, dinero y demás, y no me quise arriesgar a dejarla sin vigilancia.

Aunque era algo tarde, me senté en un chiringuito y pedí un â€ocevapiâ€? (Léase â€oshevapiâ€?), que había leído que era típico de Bosnia y Herzegovina y lo acompané con una gran cerveza local. El cevapi resultaron ser unas tiras de carne picada asadas a la brasa metidas en pan con tomate, cebolla y pepino, delicioso.

Me quedé un buen rato saboreando la comida y deleitándome con las impresionantes mujeres que había por ahí banándose, que a riesgo de repetirme, están todas tremendas…

Cuando me estaba entrando sueno y debía tomar la decisión de tumbarme a la sombra o marcharme, emprendí el camino a Međugorje, donde tenía visto un camping.

Međugorje es un pueblo bastante grande plagado de turistas, en su mayoría italianos, atraídos por una virgen que hay. Mis creencias (O mejor dicho, no creencias) me impidieron ir a visitar nada que tuviera que ver con la religión, y me concentré en buscar el camping. No hubo suerte, vi varios anunciados pero algunos eran sencillamente aparcamientos para autocaravanas. Al final hubo suerte y a la tercera o cuarta senal que seguí encontré uno.

El precio me impresionó, 4€ la noche, 1€ por la tienda y 3€ por cabeza, la moto no pagaba. Con derecho a internet, duchas y lavabos y electricidad. Nada mal.

Instalé la tienda y me acerqué a comprar una botella de litro y medio de agua helada, que terminé en cuestión de minutos, y es que la temperatura estaba en 34ÂoC… Me instalé en una mesa a la sombra y estuve â€ogorroneandoâ€? internet durante un buen rato, subiendo fotos a Facebook y escribiendo a la familia para contarles que seguía vivo.

Me dió la hora de cenar, así que recogí los trastos y monté para ir al pueblo a por algo de cenar. Tenía intención de cenar ahí pero el pueblo estaba masificado de italianos, por lo que cogí la comida y una cerveza bosnia y volví al camping, donde di cuenta de todo sentado sobre las maletas.

Me acosté pronto, pero lo cierto es que tardé horas en dormirme porque el calor era asfixiante. Creo que no me debí de dormir hasta pasada la 1 de la madrugada…

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